viernes, 5 de agosto de 2011

Está que cruje

¿A quién no le gusta un alimento crujiente?, ¿quién no disfrutó alguna vez con un paquete de "fritos, fritos, fritos, fritos de maíz, el sabor auténtico del puro maíz"? (que valiente fue el lumbreras al que se le ocurrió rimar maíz con maíz). ¿Cómo se siente uno de a gusto cuando se mete una Pringle en la boca con su curvatura perfecta para acostarse sobre la lengua y cerrar las fauces para masticarla?. Ese crujido en nuestras bocas que produce infinito placer y que parece que estimula las papilas gustativas dejando constancia de un sabor intenso y delicioso.

Incluso se inventaron chucherías que crujían al contacto con la saliva y al masticarlas, aquellos inolvidables peta-zetas. Recuerden como se adherían a la "sin hueso" y parecían cobrar vida con su crick-crack mientras se miraban las caras con los amiguitos a ver quien se reía antes...

En otro orden de cosas, supongo que conocen la tortilla de patatas, un plato en absoluto crujiente, excepto cuando me toca el turno de degustarlo a mi. Nunca entenderé por qué siempre me toca a mi el puto trozo de cáscara de huevo.

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