No me negarán que existen cosas
muy frustrantes en esta vida que nos ha tocado vivir. Estornudar mientras
orinas, ponerte a buscar un trébol de cuatro hojas en un conjunto de tréboles,
no poder hacer Ondas Vitales, etc… Todo esto son minucias en comparación con una
de las situaciones más frustrantes que existen y a la que diariamente nos
enfrentamos en los siglos XX y XXI.
Amanecen como otro día cualquiera
queriendo robarle algunos minutos más a su cómodo lecho pero llegado un punto
deciden que hay que ponerse en marcha para ir a trabajar. Se sientan en el
lateral de la cama, se desperezan, se manosean la cara y miran el despertador cerciorándose
de que las manillas marcan la hora correcta, aunque las manillas, para su aún
borrosa visión, están apuntando a la hora que su imaginación quiere proyectar.
Deciden incorporarse del todo
resoplando por el esfuerzo y ponen rumbo al cuarto de baño, una micción
mañanera es un trámite ineludible. Hay quien dice que ha conseguido desayunar
antes de ir a mear, yo lo intenté una vez y me explotó el microondas, todas las
cucharas del cajón estaban dobladas, me reventó el cartón de leche en la mano…
es inexplicable. Por favor no intenten cambiar el ritmo natural de las cosas.
Resueltos todos los trámites previos
al desayuno y situados ya frente al frigorífico, toman el cartón de leche y un
tazón. Vierten la leche en la taza y echan mano del bote de Cola Cao, agarran
la cuchara y la introducen por la boca del bote amarillo… pero algo no va bien…
la frente empieza a sudar, sus ojos empiezan a desorbitarse, lo intentan una y
otra vez, queda algo de Cola Cao en el fondo del bote pero no pueden alcanzarlo….
Sus nudillos han quedado atorados en el borde saliente (que podría ser cortante
si diéramos vueltas al recipiente en ese momento) y la cuchara no alcanza los
rincones del fondo…
Pues eso señores, y corríjanme si
me equivoco, eso es una mierda gorda.